jueves, 1 de mayo de 2008

El movimiento sufragista s. XIX

El capitalismo alteró las relaciones entre los sexos. El nuevo sistema económico incorporó masivamente a las mujeres al trabajo industrial - mano de obra más barata y sumisa que los varones-, pero en la burguesía, las mujeres quedaron enclaustradas en un hogar que era, cada vez más, símbolo de estatus y éxito laboral del varón. Estas últimas experimentaban con creciente indignación su situación de propiedad legal de sus maridos y su marginación de la educación y las profesiones liberales, marginación que, en muchas ocasiones, las conducía inevitablemente, si no contraían matrimonio, a la pobreza.
Las mujeres burguesas comenzaron a organizarse en torno a la reivindicación del derecho al sufragio. Consideraban que, una vez conseguido el voto y el acceso al parlamento, podrían comenzar a cambiar el resto de las leyes e instituciones.
En 1848, en el estado de Nueva York, se aprobó la Declaración de Séneca Falls, uno de los textos fundacionales del sufragismo. Los argumentos que se utilizan para vindicar la igualdad de los sexos son de corte ilustrado: apelan a la ley natural como fuente de derechos para toda la especie humana, y a la razón y al buen sentido de la humanidad como armas contra el prejuicio y la costumbre.
En Europa el movimiento sufragista inglés fue el más potente y radical. El diputado John Stuart Mill, en el año 1866, presentó la primera petición a favor del voto femenino en el Parlamento, aunque no se haría realidad hasta después de la Primera Guerra Mundial, en Inglaterra, 1928.

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